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Obra

La Farsalia

Lucano dejó una epopeya, probablemente inacabada, en diez cantos: La Farsalia, en la que describe la guerra civil entre César y Pompeyo. En los seis primeros libros refleja la Roma de su tiempo y pasa revista a las fuerzas de ambos bandos, presenta a sus principales jefes y relata las operaciones militares que precedieron a la batalla de Farsalia, que describe en el libro VII. En los tres cantos finales expone las consecuencias de la victoria de César: asesinato de Pompeyo, éxitos tardíos de Catón y triunfo de César. La Farsalia

En esta obra se trasluce la pugna literaria, en torno a la epopeya, entre los poetas partidarios de la tradición griega y de sus maravillas mitológicas y los que, formados en la doctrina estoica, preferían el estilo conciso y los temas nacionales.

Lucano, en efecto, representa un retorno a la epopeya romana primitiva, de tema puramente patriótico, ya que sustituye el tema mítico y lejano por otro histórico, casi contemporáneo. Pretendía, sin duda, continuar el poema hasta la muerte de César o hasta la victoria de sus partidarios en Filipos. La muerte prematura se lo impidió.

En el desarrollo de la acción no intervienen dioses; los presagios, los prodigios y la adivinación por los astros han perdido su carácter sobrenatural. A falta de tales elementos poéticos, Lucano echa mano de los atractivos políticos, glorificando la libertad y la austeridad republicana y desmitificando a César, a quien presenta como un déspota; en cambio, Pompeyo y Catón, sus rivales, aparecen como mártires de la libertad perdida. Todos estos alicientes, unidos a su carácter de fruto prohibido, ya que era una dura crítica del sistema imperial, depararon a La Farsalia lectores entusiastas y censuras violentas.

El autor hace verdaderos equilibrios para salvar su postura personal ante los hechos que narra: en el canto primero hace un ampuloso elogio de Nerón; los tres siguientes son de gran imparcialidad; en los restantes, ensalza a los pompeyanos y pone de manifiesto su nostalgia de la libertad republicana.

Tiene sentido de la Historia, se documenta bien y traza un admirable cuadro de las causas sociales y morales que provocaron la contienda civil. Realmente, es un verdadero historiador en verso. Su curiosidad científica nos aporta datos curiosos sobre geografía, etnografía, astrología y magia.

Es muy vivaz en la descripción de la sed, el hambre o las serpientes venenosas, aunque utiliza los hechos científicos más como poeta que como sabio: a veces no corresponden a la realidad, como ocurre con los signos astrológicos aterradores que aparecen en la víspera de la guerra civil, acumulados arbitrariamente por el poeta, ansioso de impresionar al lector. El mismo objetivo persigue cuando intercala en el curso de la acción los sueños de Pompeyo, las consultas al oráculo de Delfos.

Su estilo es impetuoso y desigual. A veces, aflora en él una retórica fatigosa y enfática; otras veces, el poeta llega a la concisión mordaz, al entusiasmo. Posee imaginación poderosa, sobre todo visual, pródiga en recursos efectistas, y muestra un gusto excesivo por la violencia, lo truculento y lo horrible.