El curso escolar 2019/2020 ha sido raro. Muy raro, diría yo. Por muchas razones. Comenzaba, como viene siendo habitual y normativo, allá por el mes de septiembre un camino totalmente por descubrir pero, ya en esos momentos, mis sensaciones iban a mil: era mi primer año fuera del Ategua, de mi inolvidable Ategua. Se juntaba con los nervios propios de cualquier comienzo de clases un traslado desde un pequeño pueblo de apenas unos pocos miles de habitantes (Castro del Río, en Córdoba) a la capital de Andalucía. Papeles por cambiar, nuevas maneras de desplazarse, un centro de colosales dimensiones en todos los aspectos y la mudanza de casi toda una vida agitaban mi tranquilo quehacer diario. El IES Murillo me recibió con los brazos abiertos, de manera muy acogedora, pero…