De etymologia 

En los tiempos en los que nos ha tocado vivir está proliferando, como bálsamo curalotodo, la petición de conversión en asignatura de todo aquello que pase a considerarse “un problema”. Afortunadamente, las cosas de palacio siempre van despacio, porque, si no fuera así, el pobre alumnado debería sufrir un horario lectivo de 14 horas diarias para contentar a todos los demandantes. 

Y a pesar de este contexto, nosotros venimos también a pedir la creación de una asignatura que no solo puede solucionar un problema sino varios, especialmente a estudiantes: la etimología

Siempre han sido sinnúmero, y en ocasiones casi imposibles de aprender y retener, los vocablos que recorren los libros de texto ante la atónita mirada del alumnado. Al final, a base de repetir o de escribir infinitamente dichas palabras hemos conseguido guardarlas en la mente, al menos hasta el día del examen: trófico, bacilo, fonendoscopio, tangente, secante, ecuación, neolítico, acuífero, morfosintaxis, sintagma, metáfora, caligrama, … 

Estoy totalmente convencido de que un poco de etimología nos hubiera ayudado bastante a superar ese titánico esfuerzo. La etimología nos ayuda a conocer el verdadero sentido de una palabra. Comprender lo que una palabra pueda significar ayuda significativamente para que esta pase a formar parte de nuestro personal baúl léxico: es difícil que, una vez entendido qué quiere decirnos un vocablo, este se vaya de nuestra memoria, de nuestra vida. Los mecanismos de composición (unir varias palabras) y derivación (añadir prefijos o sufijos) nos permiten en muchas ocasiones vislumbrar además qué pueden significar términos opacos en principio, comprenderlos y hacerlos pasar a formar parte de nuestro vocabulario sin grandes traumas. 

Y en el fondo de todo esto, siempre el latín y el griego antiguo. 

Saber que la lista de arriba se puede traducir a alimenticio, bastón, examinar-sonido-interior, tocar, cortar, igualar, nueva-piedra, llevar-agua, forma-de-una-palabra y orden-en-la-frase, grupo, llevar-más-allá (un significado), escritura-bella, … , posiblemente nos hubiera hecho la asimilación de dichos conceptos no solo más rápida sino también más inteligible y reutilizable en otra ocasión.  

Pero, además, dado que Non scholae sed vitae discimus, la etimología también nos es útil para la vida y su conocimiento nos llevará tanto a comprender palabras hasta ese momento desconocidas como a ver términos muy habituales con otros ojos. Sirvan de ejemplo un caso relacionado con el griego y otro con el latín.

El étimo griego πάθος (pathos, todo lo que uno experimenta, siente o sufre) da en castellano el elemento compositivo –patía que, mediante el mecanismo de la derivación, da resultados tan interesantes como que, si alguien siente lo mismo que tú, te caiga sim-pático y, si no, …. anti-pático o que seas una persona em-pática porque eres capaz de ponerte en el sitio y situación de otra o incluso a-pática, porque en un determinado momento no sientes nada. 

Por otra parte, mediante la composición, tenemos una ristra de enfermedades interminable: cardio-patía, encefalo-patía, osteo-patía, ludo-patía, etc.

Para la parte latina, usaremos cor (corazón), étimo que encontramos “escondido” en el infinitivo  in-cordiar, cuando alguien va contra tu corazón, o dis-cordar, cuando no está de a-cuerdo con él, porque, en caso contrario, a-cordariais algo y vuestra relación sería cord-ial al alcanzar la con-cordia, pero, sobre todo, en una de las, para mí, más bellas palabras del castellano: re-cordar, que, como podéis haber deducido ya, significa “volver a pasar los recuerdo por nuestro corazón”. 

Lo arriba comentado no pretende ser más que un insignificante ejemplo de cómo un mínimo conocimiento de etimología puede ayudarnos en nuestras tareas cotidianas o, al menos, hacernos ver el mundo que nos rodea de otra forma a través de las palabras. En definitiva, la etimología nos enseña que solo puede ser nuestro com-pañero aquel con quien hemos compartido el pan y que no nos sorprenda si, cuando vamos al estomatólogo, no nos mira precisamente el estómago. 

Curate ut valeatis